lunes, 21 de septiembre de 2009

El tiempo no paseaba con ellos.



Giró sobre si mismo, bordeando el cuerpo que luego seria su referencia en este mundo, sentó su algarabía y escenas de comedia disparatada, y la luz, de pronto, al instante, se frenó en el tiempo. El sonido no correspondía con la imagen. La luz quería descansar, eso es lo primero que coordinó en su cabeza. Luego, como si sus pensamientos se colapsaran en el fango pegajoso de su imaginación, fue entrando y saliendo de tubos de percepción blanda y quebradiza, buscando referencias, lugares de reposo mental, hogares de sentirse, de sentirse bién, aún sabiendo, mejor dicho, notando que la luz se marchaba cada vez más deprisa en cada uno de esos túneles.

El frío se apoderó de su cuerpo, la palidez en su rostro, el miedo en su viaje, la preocupación en su voz… Llamaba a voces - pero con voz forzada por salir de sus labios cada vez menos rojos, menos carnosos - a su referencia, a su piel, a su tacto, a sus ojos, a su razón.
Caminos blandos, aferrado a este mundo por el brazo de un sueño, el tiempo no paseaba con ellos. Si lo hacían las luces y ecos de una conversación tranquilizante, de las que guían el siguiente paso por la cordura; la realidad.
Vió lo que buscaba, lo que se encontró. Y masco la realidad desde el otro lado, sintiéndose más cerca de los que ya no están que de los que le abrazaban. Quizás no fue cierto, quizás no lo vió, quizás no lo entendió. Incluso quizás, no estuvo allí

Después, cuando quiso dibujarlo con palabras se dio cuenta que no tenía tantas, en comparación con los colores que intentaba retener. Solo llegó a parecer otro sueño más.

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