viernes, 1 de abril de 2011

El cantar los pasos.



Un paso... un pensamiento,

sopesas, calculas

te animas y concretas

te decides y aseguras.


Otro paso... otro pensamiento,

vas viendo, mirando

escuchando más que oyendo

involuntario otro momento.


Un paso mas... mas pensamiento

asumes, inevitable

el descontrol de este tiempo

y sin pensarlo el pie, sigue atento...


Ya no cuentas lo andado,

mas bien lo cantado

con tu ritmo, con tu aliento

esperando otro paso, otro pensamiento.

miércoles, 2 de marzo de 2011

te me escapas.


Vuelvo a poner la maquinaria en marcha.


Espero dure más que la última vez.


He sido distraído, me dio por observar, y es que me sabes a tan poco... te me escapas.


Estoy alerta, aprieto al play y empiezo a soñar:


no oigo.. no escucho.. no presto atención al vivir, al pasar,


solo te localizo en mi cabeza.


Aparto lo ligero, y olvido respirar...


Siento que muero, siento sentir como siento.


Se acabo nuestra canción, se acabo tu recuerdo.


Volviste a saberme a poco.

lunes, 21 de febrero de 2011

Pobrecitos


Ahora, que se van nublando las tardes, que la sensación de pesadez aturde los pasos, torpes, inseguros, como al principio... ahora, vuelvo a humedecer la punta de mis dedos para seguir alimentando mis ojos. Menos mal que nunca perdí el apetito.

Rellenar los huecos que aun son utiles, que no se derrumbaron en las caídas, que no se desmembraron con el azote emocional de los vientos, cuando viajar la haciamos mirando a las nubes, que no se cerraron al dejar de comprender; ese es el futuro.

Quién sabe, quién maneja las reglas de esta partida, se ha dado cuenta de que la jugada maestra se le puede volver en su contra - pobrecitos -, y es necesario una hoja de ruta con urgencia. Lo que hasta ayer era un vacío cultural conveniente, hoy es superpoblación.

Se nos está quedando el mundo viejo. Se nos estropea el pensar. No vamos a tener tantas reses, y las que quedan, resulta que las hemos mantenido bóvidas, rumiantes, insulsas, pero eso si, felices.

Claro, ahora se adivina su propia inseguridad - la de los pobrecitos - , quince años les parece ideal para terminar de aterrar al feliz cordero... pronto llegará el final de la cosecha y se han quedado sin simientes...

Es mejor recalzar a los elementos desde temprana edad, informando por su bienestar, que "hemos vivido demasiado bien", exigiendo, por su propia calidad de existencia, un suplemento en el coste del futuro de nuestros hijos.

Aparte de borregos, que siempre pacerán por la vida, nos hacen falta mentes. O en su defecto que las que tenemos en stock, se abarroten, se saturen de saber y conocimiento... - el saber y conocimiento que les parezca a los pobrecitos? - que duren mas, pagando el precio del sacrificio: pensar para vivir a cambio de vivir para pensar...


Yo, no estoy disuesto a seguir su juego, y paso las páginas de su temario obligatorio de reciclaje, sobre sostenibilidad humana en el siglo XXI, mientras ojeo las obras completas, pero ahora prohibidas, de Neruda... y es que alguien tendrá que seguir soñando.

miércoles, 9 de febrero de 2011

... y te digo.


No me queda nada,

después de vaciarme en tus oídos.

Los huecos se rellenan con esperanzas,

anhelos y deseos nuevos.

Pero incomodan sus aristas naturales, salvajes, inadaptadas... republicanas.

Domarlas con paciencia, vertiendo sobre ellas toda mi opinión,

adaptando las razones y sopesando la validez de perder más tiempo en pensarlas...

Acepto el valor del grano, apartando las vainas huecas y volátiles, la paja, que engorda a los bovidos y rumiantes, transformando en ilusión, las ideas.

...y te digo.

Al instante, me agarro al ciclo, que todo lo es, y camino sobre los mismos pasos:

No me queda nada,

después de vaciarme en tus oidos.



jueves, 13 de enero de 2011

El uso


Todo va tan lento,

cuando apremia el uso

de este camino inmenso,

que me lleva a tu cuento...



Al pensar,

que a veces pienso,

que paso dar

sin montar en otros pies

de mar,

de lunas tristes.





Pues la senda que borras

al pasar - lleno de solos está el mundo -

se vuelve a trazar,

al notar la presencia

del buscar.




Aveces, es más la fuga que el marchar,

el beber que la bebida,

el vivir que la propia vida,

el paseo perdido que el caminar.




Todo va tan lento

al ver la prisa de este uso,

del andar eterno, entre hueso y hueso,

versar un verso,

dentro de tu cuento.



viernes, 26 de noviembre de 2010

EL blues del talento.



Se paró al lado de un verso,


tuve tiempo al beber


que me tragaba el tiempo:


una luz entre humo denso.



No hubo pulso.


No hubo silencio.



...y, ahí estaba yo


sentado junto al Sr. Tiempo,


pintamos un blues,


el blues del talento.



...y, decía algo así como


que no nos queda tiempo.

martes, 9 de noviembre de 2010

Carmela - la nueva



En el autobús que retorna al centro de rehabilitación:




Mi cara pegada al cristal, empapada en lágrimas, intentando recordar porque lloro, que hago aquí. El reflejo de mi ser en el cristal me deja desnuda frente al otro lado. La gente corre alarmada. Un cuerpo, tan desnudo como mis pensamientos, que esto si estoy segura, no soy yo, está en el suelo, justo al lado derecho de la entrada del mismo edificio de donde salen. Parece agusto, el cuerpo, desnudo, sangrante pero plácido y sereno. Como satisfecho.


Limpio las mejillas entre el alboroto de los demás ocupantes. unos gritan asustados, horrorizados. Otros, sin embargo, enrojecen de tantas carcajadas, encolerizados saltan en los asientos. Los hombres que cercioran que la postura del caído es final, definitiva, se avalanchan con cintos y muchas prisas hacia el autobús. Amenazan, obligan y asustan. La confusión me hacer cerrar los ojos.


Apenas escucho nada inteligible. Vuelvo a sentir calambres en mis sienes. Pasa el tiempo. Largo tiempo...




Mi cara chorreando hasta el cuello de la blusa, azul celeste, parecía recién hecha. Aseguro mi existencia al comprobar que el reflejo del cristal obedece a mis impulsos. Noto latente el alboroto de los ocupantes del autobús. Como si hubiese ocurrido algo. Veo a gente llorando con las manos en la cara, tan pegadas, que otros, con bata, intentan separarlas mientras otras batas hacen callar con sus propias manos las carcajadas frenéticas de otras gentes que golpean fuertemente los cristales.


Vuelvo a notar la humedad en el cuello. Mi preciosa blusa azul celeste cambia hacia tonos oscuros junto al borde, donde mueren mis lágrimas, donde un cordel de seda negro rodea mi garganta, sujetando un cartel de cartulina plastificada con varias letras coloreadas.




- Y tú, ¿quien eres? - me habla una bata nerviosa que cubre a un hombre fornido.


- Es de los nuevos - comenta, entre el bullicio, un señor con traje y gorra, desde la parte anterior del autobús.


- Carmela, pone en este letrero. - dije, con tanto miedo, que noté que los labios temblaban. Era la primera vez que entoné mi nombre al aire.




La bata corpulenta que me preguntó se acerco amenazadoramente nerviosa hacia mi, asiéndome de la mano con celeridad.




Calambres en mis sienes. Pasa el tiempo. Largo tiempo...