Dándole vueltas a otro café, mientras pienso como manchar esta basta extensión que me atormenta, a la par que intento cuadrar el compás del ruido de las gotas en la claraboya con el pulso de mi pecho en el silencio, vuelvo a soñar.
Entre sonidos de metal y cristal, con el sabor de un trago, retornando al movimiento mecánico de mi muñeca, mirando hacia donde la luz siempre me parecerá que juega con las sombras, me dejo llevar.
Entre mirando por las pestañas y con el eco de alguna injusticia, pues reconozco mi dolor constante por la falta de uso de la lógica, calculo que hay tantas banderas que recoger, o limpiar para que se vuelvan a ver, tantas opiniones que se han quedado sin escuchar, tantas ideas que no se han podido pintar, tantas melodías que el aire se las llevó sin poder hacer sentir..., que si encontrase donde guardarlas, pararía el tiempo y entonces, este café que empapa mis labios, tendría el sabor del ansia de vivir por hacer. Y es que hay tanto por hacer...
Distraído adrede con lo irreal, le hablo a ese ser que algunos imaginamos desde "
canis", y le digo con un leve movimiento de cejas: -
sería como encontrar El Baúl del Pirata, tú... Y nos reímos para adentro los dos, como tantas veces.
Al rato, y ya perdiendo por completo el pulso del compás que buscaba, notando el peso insistente de mis ventanas al mundo, me centro en la idea de crear un banco absurdo de ideas-causas y melodías perdidas... Cotizaríamos en las cabezas que no encuentran motivos, en las mentes que no quieren seguir dando causas a sus cansados cuerpos, a las gentes que no saben o no pueden dejar de pensar sólo en gris. Daría créditos a fondo perdido para alimentar a esas almas desnutridas de pasión, de ansia de vivir. Crearía fundaciones para educar a los niños... y a sus compañeros imaginarios (son los que no nos fallan); como primera asignatura: "La felicidad Universal empieza en uno mismo". Se impartirían talleres especializados en darle vuelta a las cosas sin sentido y recaudaría trabalenguas y adivinanzas. Se becaría a soñadores potenciales para que se formen en la disciplina del sueño común. Alzaría a los que están desahuciados por la pena y les enseñaría a crear imperios, dibujando los planos en el aire, manteniendo distante su mal y
reinventando las ganas de vivir eternamente. Los hospitales serían para la gente normal y los gobiernos terminarían por asimilar el gran error de no tener en cuenta la diversidad de puntos de vista, cayendo como naipes y creando el caos entre sus vasallos. Girando el mundo en un frenesí de desesperanza, se levantaría nuestro Imperio, "El Imperio". Quizás el menos ambicioso, quizás el más universal y justo... El Emperador estaría en cada una de nuestras ideas, en cada uno de nuestros cuerpos. El caos alimentaría nuestras utopías y caminaríamos sin movernos hacia el fin del desarrollo, aceptando como única ley el respeto por nuestra distancia con el resto y el fomento a la libertad de invención.
Seríamos capaces de darnos cuenta de nuestra osadía hacia nosotros mismos. La gran falta de respeto hacia nuestros instintos. El cálculo erróneo de someter a nuestros iguales para controlar, para manejar y dirigir, como si supiéramos con certeza lo que es mejor. Asumiríamos el mal causado y cerraríamos esa etapa oscura para abrir otra de esperanza, de claridad a nuestros predecesores...
Miro a mi amigo, le doy con el codo como preguntándole su parecer, y le veo que entre balbuceos y crispación en sus gestos (se agarraba la cabeza como si se fuese a volver loco) la mirada la tenía perdida entre miles de destellos luminosos y sólo llegué a entenderle:
...sería la ostia.
Las carcajadas, otra vez de los dos, me hacen caer en un embudo de situaciones creadas a partir del dichoso y maravilloso "Baúl del Pirata" y siento, poco a poco, mientras mi gran amigo y compañero de viaje se dispersa en mis imágenes, que me empieza a cuadrar el pulso de mi pecho con las gotas que caen sobre la claraboya, y encima se empieza a vislumbrar una dulce melodía que nace entre el resto de mi café y sonidos de metal y cristal.
Abro los ojos y me doy cuenta de que el tiempo ha pasado lentamente mientras los tenía cerrados, pero rápidamente mientras creaba otro mundo.
Además y por todo ello, dejo esta reflexión:
Somos conscientes de su martilleo. Molesto, constante, imperativo, excesivo. Somos conscientes de su desarrollo. Molesto, constante, imperativo, excesivo. Somos conscientes de su poder. Molesto, constante, imperativo, excesivo. Somos conscientes de su concepto. Somos conscientes de su falsedad. Somos conscientes de su inhumanidad. Somos conscientes de su presencia. Molesta, constante, imperativa, excesiva. Ellos no son conscientes (sus pensamientos, pensamientos del que amasa el poder) Se ve el futuro inscrito en las pagas por natalidad. Evidentemente se cobrarán este favor, enseñándole el redil... El Redil. Se perfilan unas formas y carácter adaptado al siguiente paso. Su porvenir (el nuestro) está en ascuas, sin definir, al final de cada capítulo de su vida. Hasta los sueños son retocados por la moral establecida en la educación, básica y prioritaria, de su subconsciente...(el nuestro) Es lo normal (¿?)
Allá vosotros.