Mostrando entradas con la etiqueta Notas de Sanatorio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Notas de Sanatorio. Mostrar todas las entradas

martes, 9 de noviembre de 2010

Carmela - la nueva



En el autobús que retorna al centro de rehabilitación:




Mi cara pegada al cristal, empapada en lágrimas, intentando recordar porque lloro, que hago aquí. El reflejo de mi ser en el cristal me deja desnuda frente al otro lado. La gente corre alarmada. Un cuerpo, tan desnudo como mis pensamientos, que esto si estoy segura, no soy yo, está en el suelo, justo al lado derecho de la entrada del mismo edificio de donde salen. Parece agusto, el cuerpo, desnudo, sangrante pero plácido y sereno. Como satisfecho.


Limpio las mejillas entre el alboroto de los demás ocupantes. unos gritan asustados, horrorizados. Otros, sin embargo, enrojecen de tantas carcajadas, encolerizados saltan en los asientos. Los hombres que cercioran que la postura del caído es final, definitiva, se avalanchan con cintos y muchas prisas hacia el autobús. Amenazan, obligan y asustan. La confusión me hacer cerrar los ojos.


Apenas escucho nada inteligible. Vuelvo a sentir calambres en mis sienes. Pasa el tiempo. Largo tiempo...




Mi cara chorreando hasta el cuello de la blusa, azul celeste, parecía recién hecha. Aseguro mi existencia al comprobar que el reflejo del cristal obedece a mis impulsos. Noto latente el alboroto de los ocupantes del autobús. Como si hubiese ocurrido algo. Veo a gente llorando con las manos en la cara, tan pegadas, que otros, con bata, intentan separarlas mientras otras batas hacen callar con sus propias manos las carcajadas frenéticas de otras gentes que golpean fuertemente los cristales.


Vuelvo a notar la humedad en el cuello. Mi preciosa blusa azul celeste cambia hacia tonos oscuros junto al borde, donde mueren mis lágrimas, donde un cordel de seda negro rodea mi garganta, sujetando un cartel de cartulina plastificada con varias letras coloreadas.




- Y tú, ¿quien eres? - me habla una bata nerviosa que cubre a un hombre fornido.


- Es de los nuevos - comenta, entre el bullicio, un señor con traje y gorra, desde la parte anterior del autobús.


- Carmela, pone en este letrero. - dije, con tanto miedo, que noté que los labios temblaban. Era la primera vez que entoné mi nombre al aire.




La bata corpulenta que me preguntó se acerco amenazadoramente nerviosa hacia mi, asiéndome de la mano con celeridad.




Calambres en mis sienes. Pasa el tiempo. Largo tiempo...




lunes, 18 de octubre de 2010

Martín - Habitación 415



Entre la consciencia y la incosnciencia.

Ayer me costó conciliar el sueño. No hacía nada más que mezclar la realidad con las pesadillas de siempre. Menos mal que Lourdes me preparó una tila, hicimos el amor intensamente y caí postrado a los pies de Morfeo.

La realidad.

Por fín vuelvo a notar las piernas sin temblores. El aliento retorna a su normalidad. Esos dolores del pecho, de rotura del alma (ahora lo llaman ansiedad residual) se fueron con los aires de principios de otoño.
Cojo fuerzas, creo que no tengo las vendas ni las cintas.
Aprovecharé que me están lavando pues noto que a mi cuerpo sólo le tapan las vergüenzas que los demás ven en mí.

Estoy en pelotas, en cueros, desnudo y desprotegido.

Cojo los ánimos que tiré tiempo atrás por los suelos y abro los ojos.
¡Joder, sigo sin ser yo! Donde cojones me habrán guardado, que estarán haciendo con mis pellejos... malditos humanos.

Oigo ruido en el pasillo pero esta vez les joderé yo. Les voy a destrozar este cuerpo que me obligan a vestir... a la mierda con ellos.

El drama o el alivio.

(Desde el pasillo)

- ¿Qué ha sido eso?
- ¿No me jodas que nos hemos ido a por un café y no le hemos vuelto a atar?
- ¡Corre que este cabrón nos da el lunes!

Entraron y vieron el cristal roto.

Mas abajo en la calle, justo en el lateral derecho de la entrada del sanatorio, yacía un cuerpo destrozado y plegado de forma imposible por la caída desde la cuarta planta, justo cuando entraba el autobus de los enfermos con permiso, para la adaptación después del tratamiento, de este pasado fín de semana... Todos gritaban, todos corrían. Los celadores, enfermeros y bedeles no daban con las prioridades.

Todo se dió la vuelta este lunes 18 de octubre de 2025 en este sanatorio de maxima eficacia recuperativa.

El escozor.

Martín, El interno que llevaba media vida encerrado por un shock al perderlo todo en la vida al enterarse que su empresa quebró, que su mujer se acostaba con su socio, que sus hijos, la chica y el chico, siguen sin perdonarle por dedicarse a trabajar para darles todos sus caprichos. Aquel que entró con el cuerpo lleno de cortes, gritando que le devolviesen su verdadero cuerpo, que ese no era el suyo. Aquel que se negó a abrir los ojos, a alimentarse por si mismo y que no habló en 15 años.

El consuelo.

Cuando le taparon después de certificar su muerte, seguía con los ojos cerrados, con lágrimas por la cara y sonriendo.