lunes, 4 de junio de 2012

Ermitaño de-mente.



Los polos se invierten
si piensas, constantemente.
Al menos los suyos
se divierten.

Todo es real, espira,
respira y todo es distinto,
un paso en camino
de escombros y brillos

Princesa demencia
ameniza sus diálogos
cortos, sinceros, de tardes...
colocando lo descolocado...
de dedo en labio... otra vez
ser consciente de su otro lado,
estar muriendo y respirar...

Al saberse luz
azotado por los vientos
y caminar buscando
volverse a encontrar.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Culpable (de forma, pero no de fondo).



Por qué tuve que abrir la boca,
soltando la pez
que no aguanta el calor del nervio?

… dejo caer mis entrañas, calientes,
en la mesa, serena y eterna
de la razón perdida por el paso del tiempo?

... se me nubla la vista
y el fin me pareció poco,
Después, veo con dolor de ansia, mis trazos?

… y sudo en lágrimas heladas
mi culpa
del cómo, sin cimiento en estos pasos?

… y cómo es culpable el sumiso?
el que sigue al guardés
atado de manos, sus sueños, hasta los pies?

... por eso lo dije?
… por eso ahora, lo pienso?

Y seco, sentado de mente al vacío, me pregunto.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Agua salada en las luces. Recuerdos lentos.



Querer tocarlo
Notar que llegas, con todos los dedos,
Pero te faltan manos,
Sus manos.

Pensar en ello
Saltar barreras, las puestas
Llegando cansado,
Con agua salada en las luces.

Asumo el tiempo
Abriendo ideas, con todos sus gestos
Recuerdos lentos,
Asomando cuentos.

Dejo caer, mi ser
Abrazando humo denso, con mis dedos
Pero me faltan manos,
Tus manos.

jueves, 11 de agosto de 2011

Tejiendo mariposas



Sola,


y es que estoy tan sola.


Me cuento la vida,


ya vieja,


como las paredes,


como las fotos de todos


los que ahora me dejáis sola,


tan sola.



Lo que no pensé es


que tu también,


después de tanto,


me dejases


sola,


cuando he conseguido,


por fin,


hilar la vida


y tejer para ti,


en el aire,


miles de mariposas.









viernes, 5 de agosto de 2011

Soy feliz.




Con los pies atados, liados
por tus trampas, consumo los pulsos,

completo los ciclos escritos, eternos.

Me doy cuenta de todo

aunque el escudo es opaco;

máscara de noble arte circense,

farandulero y cabaretero...

pero me doy cuenta de todo.

Llego a diferenciarte mientras tu peso hunde la arena fina, dulce y esteril

que te sostiene,

que me hace ser.


No tienes que pararte,

puedes seguir,

no me esperes más.

Al final caeré por tu mismo embudo,

cuello de cisne

hermoso pero estrecho.

No me quedará otra.

Me apena que pretendas

hacerme creer

que es por mi bien,

y es que no se, si es

que no lo concibo

o simplemente mi caracter montaraz

se agarra a la sinrazón

y no quiere ser sumiso

perro obediente

que corre al lado del amo

que le tira mendrugos.

Quizás por eso, ahora

que muero a tus pies,

ahora que muero

enfermo de otoño,

pienso que me engaño tu ceguera,

tu falta de espacio y perspectiva.

Puedo perdonarte, pero no olvidarte.

Me contagiaste con la peor de las plagas que puede absorver la piel de mi lógica:

Soy feliz.









lunes, 4 de julio de 2011

Al verlos... al oirlos...




Me estoy dando cuenta


que late más fuerte mi cuello que mi corazón,


al verlos,


al oirlos.





Noto que se me atraviesa esta sangre,


que me cuesta tragarla,


comprenderla,


apagarla.





Y es que me arden las palabras


al pasar por mi garganta,


junto a mis consciencias y razones,


que a borbotones, no paran de manar,


dejando mis pensares secos,


vanos, absurdos.





Intentan salir mis fuegos,


mis palabras calientes,


por mi sangre,


que no digiero,


que mastico... cada vez que les veo.





Y les miro con el querer matar,


qué no mato ni una mosca,


pero empezar por ellos es fácil...


son muchos.





Y calculo, sospechas


y actos que delaten mi intención.


Estoy dispuesto, se cual es mi casilla


en este juego, su juego,


saltando su ley,


la del juego,


la de ellos.





Me avalo yo mismo,


pues no me fían,


no me dan crédito.


Me miran,


se asombran y critican mis flautas,


pero no me ven,


no ven las venas infladas,


calientes.


cansadas.

miércoles, 6 de abril de 2011

Un par perfecto de suspiros.


Se da cuenta de que tiene que irse. Respirando a pulso balado, quejicoso y dolorido, entendió que su intención no se cumplió, al menos del todo. Comprendió la imposibilidad de lo absoluto, pero cató el frescor de las tardes en primavera y asimiló que la muerte deja colores perfectos en las luces de este otoño. Sintió una pizca de rabia. Los sudores del no poder dejar la corriente, la poca luz en sus ojos cuando la pauta estaba escrita, desde hace tiempo atrás, incluso sintió que era feliz, pues su mundo era amparado por la legalidad decente… estos sudores le llevaban hacia atrás, cuando su mirada al frente estaba abandonada a la deriva de un par perfecto de suspiros. No entendía por qué en ese momento. Ahora que entiende este juego. Sabe disfrutar del tablero, incluso ha sabido disfrutar de las casillas adyacentes… esas que están en el lado menos visitado del tapete. Las fuerzas le dieron tan solo para que asomase la dignidad, resignada y con su paso contable, repasando su propia vida, su pasar sobre la luz. Limpió sus labios con brazos de caballo, ochentero, lento y dulce, apartando nubes que detienen la nimiedad de sus movimientos, llegando hasta ellos, sus labios, mentirosos que tanto le engañaron alimentando su propia entropía, materia inestable para el corazón transparente, que le abrió los ojos, que le mostró que tenemos vida fuera del pensar. Cerró los ojos, asimilando su tardanza, arreglándose para el viaje, atusándose la memoria y repasando el discurso de despedida. Con paso lento, a la par que cerró los ojos, se le vino la vida encima. ¡Es cuestión de saltar sin miedo! Agarró, en su último palpitar, con la mente completamente lúcida y cristalina, con la certeza de ser el pliegue de su página final, el mejor de todos sus recuerdos, el más bello, el más dulce, el más reconfortante, el más pleno, el más sincero. Soltó su aliento al aire, devolviéndole así la vida y con los ojos abiertos de par en par, miró de frente a su muerte, recibiéndola con la mente en blanco, sensación de placidez, y generoso en su entrega.